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¿Cómo decir lo que hay que decir?

Actualizado: 15 jul

«Siempre hay tres discursos por cada discurso que das: el que practicaste, el que diste y el que te hubiese gustado dar». (Dale Carnegie)

 

La prueba oral de la oposición, con 30 minutos para la defensa de la programación y otros 30 para la unidad didáctica, requiere una preparación meticulosa. Mi práctica constante durante meses tuvo varios objetivos: verificar la fluidez oral del contenido escrito, memorizarlo, y ensayar aspectos como los silencios, el uso de la pizarra, el ritmo y la vocalización para una comprensión óptima.

 

Gracias a esta dedicación, no solo memoricé el discurso, sino que también gané la confianza para añadir comentarios espontáneos sin perder el hilo. Esta práctica me permitió parecer natural, controlar la situación, evitar titubeos y ajustar cada parte a 29 minutos. Como referencia, recomiendo analizar las charlas TED, cuya aparente espontaneidad es fruto de una preparación exhaustiva dentro de un tiempo limitado.

 

Veamos qué aspectos deberíamos tener en cuenta en nuestra puesta en escena, que es lo más importante del proceso selectivo.

 

LENGUAJE CORPORAL

 

La postura corporal, el movimiento, los gestos y la mirada, es decir, el lenguaje no verbal, también comunican. Por ello:

 

-Muévete por el espacio con naturalidad, dividiéndolo en tres zonas y ofreciendo tu exposición alternativamente en cada una de las divisiones. Desplázate durante las transiciones entre los distintos puntos de tu exposición y permanece quieto cuando quieras transmitir una idea.

 

-Apuesta por gestos abiertos, que transmiten franqueza y apertura; evita gestos cerrados, exagerados o repetitivos, que indican represión, violencia o introversión. Asimismo, recuerda que una gesticulación exagerada delata inseguridad e inmadurez, y que no es necesario bombardear al tribunal con multitud de movimientos sin orden ni concierto.

 

-Practica el barrido ocular. Distribuye tu mirada, incluye con ella a todos los miembros del tribunal durante tu exposición. Estarás enviando un mensaje de control y seguridad.

 

-Y, por último, sonríe. La sonrisa es una de las armas más poderosas que tiene el cuerpo para comunicar, y genera una reacción positiva en los demás. La mejor carta de presentación de un orador es la combinación de una mirada serena y un rostro sonriente. Después, vendrá todo lo demás…

 

ELEMENTOS PARAVERBALES

 

-La velocidad y ritmo:

 

Para el español, puede considerarse velocidad normal la pronunciación de entre 130 a 200 palabras por minuto (ppm). El rango es amplio porque la variabilidad es grande, depende de muchos factores y varían de una situación a otra, por ejemplo, no se habla igual frente a una audiencia que conoce el tema tratado que frente a una audiencia que no lo conoce. ¿Qué quiere decir esto? Pues que aquellos datos que quieras que el tribunal entienda y retenga mejor debes exponerlos algo más despacio, y aquellos que quieras nombrar simplemente para que marquen la casilla de «mencionado» dilos un poco más rápido.

 

Yo te recomiendo que para la media hora emplees unas 3000 palabras, ya que 150 ppm es una velocidad adecuada para que se te entienda bien. Si el discurso ocupa unas 3000 palabras, a 150 por minuto, de los 30 minutos nos sobran 10, que se emplearán, a lo largo del discurso, para escribir en la pizarra y mostrar materiales.

 

La velocidad normal de habla (o ligeramente rápida) resulta apropiada por muchos motivos:

 

-Caracteriza al hablante como una persona equilibrada.

-Pone de manifiesto su control sobre el acto de habla en el que está inmerso, su competencia.

-No abruma a la audiencia ni la aburre.

-Produce una impresión general de fluidez en el discurso.

-Transmite espontaneidad, pero no precipitación.

 

La velocidad, sin embargo, no puede ser estática, sino que debe variar dependiendo de lo que vayamos a expresar. Lo haremos así:

 

-Expresaremos los finales de cada una de las unidades de información más lentos, y los inicios, más rápidos, lo que contribuye a marcar la separación entre unas y otras.

-Expresar de manera más pausada aquellas unidades de información que se quieran dotar de un carácter intimista, de aproximación o de cercanía cordial.

 

-Las pausas:

 

A la mayoría de las personas, cuando hablan en público, el silencio y las pausas les resultan incómodas, difíciles de manejar. Sin embargo, un orador transmite seguridad, aplomo y confianza precisamente cuando sabe introducir las pausas en momentos claves de su exposición.

 

Los grandes oradores conocen bien el poder del silencio y saben que la ausencia de sonido no significa el cese de la comunicación. Por ello, en sus exposiciones las utilizan para generar expectación, captar la atención, enfatizar ideas importantes o provocar la reflexión del público. ¡Siempre funciona! Un instante de silencio, no lo dudes, puede transmitir más que mil palabras. Pero es necesario saber administrar las pausas adecuadamente. Resulta aconsejable evitar usar pausas cortas de forma continua, porque no permiten al público la asimilación mental del discurso, que suele realizarse, precisamente, aprovechando las pausas del orador. Asimismo, no se debe abusar de las pausas demasiado largas, pues pierden su efecto y acaban aburriendo al público.

 

Podemos distinguir entre pausas vacías (no se oye nada en esa pausa) y pausas llenas (se escuchan diferentes sonidos en esas pausas). La teoría es bastante extensa, por lo que iremos al grano:

 

-De las pausas vacías nos interesan tres: las fisiológicas, que necesitamos para respirar; las lingüísticas, que sirven para estructurar sintácticamente el enunciado y para mantener el sentido (por ejemplo: Oye, # lo que te digo es…; Oye lo que te digo…); y las comunicativas, que podemos usarlas, entre otros aspectos, para dotar de énfasis al mensaje (por ejemplo: Estaban presentes el gobernador, el ministro # y el presidente —la última pausa destaca al último personaje presente—). Debemos tener en cuenta, no obstante, que un exceso de pausas enfáticas produce un efecto entrecortado y antinatural, desagradable para la audiencia. Por ejemplo: Los inmigrantes # rescatados en el Mediterráneo # llegaron # finalmente # al puerto. Es importante, como ya sabes, que prepares la parte oral de la prueba con anticipación y con particular atención, para no exagerar el énfasis ni supeditar a él el cumplimiento de los requisitos básicos de una elocución correcta. En cuanto a la duración de la pausa vacía, dependerá de la función que cumpla y del lugar que ocupe: por ejemplo, al final de una oración sintáctica con sentido completo, las pausas vacías concluyentes son, lógicamente, más largas.

 

-La proyección de la voz y la intensidad:

 

La proyección de la voz es la fuerza con la que habla una persona, de forma que su voz resulta alta y clara, es la capacidad del sonido de expandirse muchos metros sin que la palabra pierda claridad. La voz debe salir hacia fuera, no quedarse en la garganta. La proyección no es sinónimo de volumen, sino de lanzamiento de la voz y adaptación al medio. En general se cree que la mejor manera de proyectar la voz es gritar, pero nada más alejado de la verdad. Además, proyectar la voz desde la garganta provoca irritación, picor y afonía, y en algunos casos podrían aparecer nódulos.

 

Aspectos claves para proyectar la voz:

 

-Mantener una buena postura corporal.

-Respirar correctamente.

-Articular adecuadamente las palabras.

-Evitar la rigidez y la tensión en el cuello o en cualquier otra parte del cuerpo.

 

En cuanto al volumen, podemos usar un volumen alto para motivar (llamadas de atención, subir el estado de ánimo, impactar), generar confianza en lo que estamos diciendo, dominio de la situación. No obstante, se debe evitar usar los volúmenes altos en exceso, no solo porque pueden lastimar tu voz si no sabes manejar la respiración abdominal a la perfección, sino porque te será difícil mantener la motivación y hacer énfasis, y, además, puede hacer que el tribunal se sienta abrumado y que parezcamos personas agresivas, vulgares y con falta de sosiego. Y podemos usar el volumen bajo cuando reflexionamos, cuando se da una mala noticia (para no impactar tan fuerte en la otra persona). Sin embargo, se debe evitar usar los volúmenes bajos en exceso, porque logrará que la audiencia se aburra, se duerma y se desconecte totalmente. Asimismo, un volumen bajo dificulta la percepción del mensaje y produce la impresión de que no estamos seguros de lo que estamos transmitiendo. Por lo tanto, hay que buscar el equilibro: hablar con un tono lo suficientemente potente como para que nos escuchen con claridad (es decir, un volumen algo más alto que el de una conversación normal), pero sin gritar. Y debemos aprender a subir y bajar el volumen de voz para provocar reacciones emotivas en el tribunal y llamar la atención: subir, cuando quieras transmitir una idea o un mensaje de espacial interés, lleno de emoción o pasión; bajar, para marcar incisos o aclaraciones.

 

Usa esta estrategia en tu guion: resalta con mayúsculas aquellas partes en las que quieras elevar la voz y pon un tamaño de letra más pequeño en aquellas en las que quieras bajarlo. Por ejemplo, escribe todo el texto a tamaño 14, las mayúsculas indican elevación de voz y la letra tamaño 11 indica bajada de voz. Practica cuando expongas.

 

Simplificadamente, puede afirmarse que la entonación es la melodía, la música con la que se emite cada enunciado, la estructura sobre la que se organiza todo el mensaje hablado. Es muy habitual en el habla informal escuchar expresiones como «Lo que me molestó fue el tono con el que lo dijo». A lo que se está refiriendo la persona que emplea este tipo de enunciados es, precisamente, a la entonación, que es un fenómeno de gran importancia, porque de ella, más que de las palabras, depende frecuentemente el éxito en la comunicación interpersonal. Desempeña así un papel fundamental para la comprensión y la interpretación de los mensajes, ya que sirve para oponer, clarificar, matizar o destacar los significados transmitidos, e informa asimismo sobre muchos otros aspectos relacionados con el hablante y con la situación.

 

La teoría sobre la entonación es extensa. Yo lo que te recomiendo es que te grabes y te escuches. Lo normal es que tu voz te suene extraña, pero, lejos de eso, intenta, con la mayor objetividad —si es que eso es posible—, valorar si tu entonación es o no apropiada para tu discurso.

 

En cuanto al acento, lo recomendable es conocer bien las reglas de acentuación y ser naturales, huyendo siempre de la exageración.

 

-Pronunciación:

 

En nuestra pronunciación debemos atender tanto a la vocalización —pronunciación de sonidos y palabras— como a la dicción —unión de palabras en una oración—.

 

-Vocalización, omisión de letras y otros problemas de dicción que debemos evitar:

- Unir incorrectamente términos o expresiones.

- Arrastrar consonantes.

-Modificar palabras por omisión de un sonido o fonema.

 

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