Miedo a hablar en público
- OpoEducaPrimaria
- 13 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 15 jul
«Hay dos tipos de oradores: los que están nerviosos y los que mienten» (Mark Twain)
Hablar con una audiencia nos hace vulnerables a un posible rechazo social. La perspectiva de tener la atención de la audiencia mientras permanece en silencio se siente como un rechazo y automáticamente se dispara una respuesta que proviene de nuestro sistema nervioso simpático. La respuesta da como resultado un aumento de la frecuencia cardíaca y sudoración. En este momento, frente a una audiencia, sentimos un torrente de sangre hacia la cabeza, la oreja y la cara. Por eso es muy factible que el rostro de muchos se ponga como un tomate.
Seguido a eso, cuando pensamos en consecuencias negativas como, por ejemplo, que nuestra reputación está en juego, el hipotálamo, una parte de nuestro cerebro, se activa y provoca que la glándula pituitaria secrete un tipo de hormona llamada adrenocorticotropina. Y casi al mismo tiempo se activa la glándula adrenal, la cual libera epinefrina, siendo un neurotransmisor. Estas dos sustancias químicas causan que el cuerpo se inunde de cortisol, una hormona de alto estrés, y dicha hormona hace que aumente la presión sanguínea, el azúcar en la sangre y seguido se suprima el sistema inmunitario. Esto con el fin de conseguir un subidón en el nivel de energía para así poder reaccionar ante la amenaza. Esta hormona activa otras glándulas suprarrenales de nuestros riñones y libera adrenalina en la sangre, lo que altera el equilibrio normal de nuestro cuerpo y genera un pánico abismal. Si el miedo se intensifica y las hormonas del estrés aumentan, el lóbulo frontal se apaga generando una desconexión del resto del cerebro, haciendo que sea aún más difícil recordar la idea e hilar el discurso con coherencia.
¿Cómo superar este miedo a hablar en público? Existen diversas maneras para hacerlo, veamos algunas herramientas psicológicas y físicas para mitigar ese miedo a comunicar ante cualquier público.
1. RESIGNIFICAR. No centres la atención en ti, no hablas para ti, sino para ellos. Estás ofreciendo algo interesante y lo estás compartiendo de manera altruista con ellos.
2. RELAJARSE VS EMOCIONARSE. No busques estar relajado, sino emocionado.
3. EQUILIBRIO CUERPO Y MENTE. Asume una postura corporal positiva y tu mente descartará las ideas negativas, pues nuestro cerebro descarta las incoherencias.
4. ENTRENAR, ENTRENAR Y ENTRENAR. Cuando te lo sabes muy bien, no hay nada que temer. Así que entrena inagotablemente tu exposición oral.
Consejo final: En tu exposición no digas nunca «estoy nervioso» ni «me he equivocado» o «he olvidado», ya que solo tú sabes lo que ibas a decir. Si tienes que retomar algo muy importante que está recogido en los criterios de evaluación de los tribunales, vuelve sobre ello en cuanto tengas la ocasión, intentando ser lo más natural posible.
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